Han pasado más de 20 años desde que se terminó la primera construcción de tipo Passivhaus en Darmstadt, cerca de Frankfurt. Este primer proyecto contaba todavía con un sistema de calefacción convencional, del cual se prescindió en muchos proyectos posteriores. Y lo más importante: el consumo energético es tan bajo en la teoría del estándar formulado como en los edificios reales construidos, y ese primer edificio todavía hoy sigue funcionando según los criterios del cálculo original.

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Ilustración 1: 1ª Casa pasiva certificada en Darmstadt-Kranichstein, Fuente: PHI

Desde aquella primera construcción Passivhaus, se han construido miles de edificios siguiendo los criterios del estándar y no solamente en Alemania. Hay ejemplos en casi todos países europeos, en EEUU, en Japón. Existen ejemplos en el clima mediterráneo, en países como Italia y Francia.

Lo que se ha comprobado en la práctica durante estos veinte años es que se trata de un estándar muy fiable, que cumple con las previsiones de un consumo mínimo, proporcionando al mismo tiempo un confort mucho mayor que las construcciones convencionales.

Llegados a este punto se preguntarán en qué consiste el estándar Passivhaus:

Se trata de un concepto energético aplicable a cualquier estilo de diseño arquitectónico, cualquier estilo de construcción, cualquier material. El consumo energético se reduce a un mínimo gracias a la aplicación de medidas pasivas y de las características técnicas del estándar.

Al tratarse de un estándar implica que se cumplen unos requisitos mínimos, lo cual permite comparar la calidad y prestaciones de la construcción, allí donde está situada.

Confort

La idea principal del estándar Passivhaus es conseguir un confort térmico dentro del edificio cuyo aporte de energía necesaria se puede resolver a través del sistema de ventilación, que distribuye la cantidad necesaria de aire fresco para el uso correspondiente del edificio.

¿Cómo se consigue este confort?

Se basa en levantar construcciones que cuenten con gran aislamiento térmico, un riguroso control de infiltraciones, y una máxima calidad del aire interior, además de aprovechar la energía del sol para una mejor climatización, reduciendo el consumo energético. La demanda energética es tan pequeña que hace posible prescindir de sistemas convencionales de calefacción.

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(Ilustración: Concepto activo – Concepto pasivo, Fuente: PHI)